Ayer y Hoy

Llevo unos días dándole vueltas a la cabeza sobre porqué la gente es así.
Me explicare a través de un ejemplo:
Ando todo el día con el ipod a cuestas (mi único y verdadero hijo, los demás son habladurías) y la gente se monta películas e ideas preconcebidas cuando te ven con los cascos puestos. Se imaginan que estas siempre con música maquineta de lo peor a piñón. Algunos te lo dicen, otros solo te miran de soslayo despreciándote.
Luego se extrañan cuando les dices que estas escuchando Beethoven.
Y ahí es donde entra lo que decía ¿porque la gente vive de tópicos?
¿Por qué esperan que todo y todos tengamos que ser iguales?
¿Por qué andan a empujones por la acera si la calle esta cortada al trafico?
¿Por qué tendríamos que ser como ellos piensan?
¿Por qué desean que seamos clones como la oveja Dolly, (no es ya suficientemente sospechoso que el primer mamífero clonado sea una oveja)?

Os preguntareis porque esta rayada, bueno la verdad, es que, últimamente pasó de todo, pero llevaba una temporada que no arremetía contra nadie, ni me encanaba mandando a la mierda todo y simplemente me apetecía escupirles cuatro palabras.
De todas formas tengo pensada una gran excusa para todos vosotros y así no me toméis por otro simple misántropo y llena páginas de tres al cuarto que proliferan por la blogosfera esta.

La excusa, cogida con pinzas, es simplemente que he comprado un libro de mi pasión secreta; el mundo del motor clásico.
Este libro que aquí veis,



un libro sobre los pioneros en llevar al limite maquinas aun con el propio riesgo de sus vidas y encima de terminarlas empotrado en un arbol o abrasado por el combustible sobre el que vas sentado. Verdaderos gladiadores, en el que la recompensa era solo ir mas deprisa y poder sentirse vivo. Lo siento Alonso pero los Spa y Núrburgring de hoy son como pistas de majorette para niños comparadas con los monstruos de veinte y pico kilómetros llenos de curvas y donde lo que te espera tras un error es una vaca, una zanja o una casa. Leer aquí mas y os sorprendereis.
Esto me ha terminado de recordar que la gente en generaciones pasadas (no hace tanto) era algo mas autentica que ahora.
Es cierto que los hipócritas ya salían en la Biblia, pero la gente en general era más sencilla y autentica. La gente vivía siendo fiel a si misma y no se preocupaba por tonterías. Estaban demasiado ocupados intentando no morir de hambre y sacando adelante a sus hijos, en huelga o en lucha constante por sus ideales, por su libertad o simplemente por sobrevivir. Tenían mas que bastante con intentar no morir en la guerra que les tocara, ya fuera en Francia, en Flandes, en las colonias o en el frente del Ebro (eso si que era turismo y no el puente aéreo de ryanair) En el mundo actual de lo políticamente correcto, es un autentico suicidio social y un ostracismo automático el siquiera plantear el tema.
Hoy nadie quiere creer que la gente antes disfrutaba más de lo que tenía.
Como decía Goethe:
“Sólo es digno de libertad quien sabe conquistarla cada día.”

Una de las cosas que este mundo de plástico y totalmente profiláctico ha destruido es la pasión de los sentimientos.
Una pasión que es la parte fundamental de la Opera, sí como dicen ahora un conjunto de gordos gritando en un escenario en historias aburridas.
Pero esas historias muchas de ellas estaban basadas en hechos reales como “Il pagliaci” que no es mas que un crimen pasional (hoy seria escandaloso hacer arte con “Violencia de genero”) ó simplemente en escenas en las que el publico se veía inmerso por lo cercano de los temas (Verdi fue el estandarte de los nacionalistas italianos y lo llamaban el compositor del pueblo).
El mito de las gordas cantoras definitivamente esta mujer lo deja claro:



Maria Callas, la ultima gran diva, se diga lo que se diga.
Una mujer, que se hizo a su medida en torno a una voz, ante la que se postraron millones de personas.
Si alguna vez la escucháis, oiréis el alma de una mujer.

Nada más por hoy. Ha sido largo, pero ya habían pasado días así que tocaba explayarme.